Del nombre y la nostalgia La alegría madura como un fruto El fruto madura hasta ser sol El sol madura hasta ser hombre… Octavio Paz. Es infinita la ternura del rehén del sol y la demostración noble del canguro cuando es el dolor ajeno el que me transcribe en indistintas y miserables tintas. La tinta roja mece el paisaje serrano la surte de razones para el grito, las sílabas son cuerpos mutilados sin madre en su mala caligrafía ribereña… Oye, tu que corres hermano, oye tu calle sin patria , tu río sin patria; detente ante las pieles y lamentos devastados por la risa ¿Oyes la primavera cuando huye? Un auquénido corriendo tus pampas, abrazado a tus espaldas era tu orgullo de hombre , tu vital sentido tu carne desarraigada de los sueños. |
martes, 24 de junio de 2008
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