domingo, 23 de diciembre de 2007





En blanco y negro



Un poema en blanco y negro debe tener un final de carta anónima escrita
con saltos y acuarelas,
con manos de niños y un rastro de boca jamás besada.

Un poema debe estirarse entre los edificios, y derribar con paciencia las verdades,
y por supuesto no debe mirar el calendario con los ojos de dos amantes,
Un poema debe obviar la tecla x (debe entenderse quien le dijo que tenía un nombre),
debe ocultar sus versos de la lejana canción de primavera y del calor inmediato de Dios.

Un poema en blanco y negro debería comenzar hablando de las flores o de alguna otra inmediatez estética,
describiendo la noche de tres maneras distintas,
escondiendo la ignorancia y las malas manías de los poetas,
cambiando de rumbo la dirección cansada de la ternura
¿Se sucedieron así los críticos de la poesía
uno tras otro embarrados por la pulcritud de un verso?
En vano se sellaron varios tratos políticos con besos,
en vano pensar en un sello más exacto,
en vano callarse,
arrastrarse con tanta palabra sobre la calle, sobre la vereda, sobre el tapiz,
sobre nosotros
en vano lanzarse sobre los poetas que escriben para querer comer
, entre tantas cosas es vano dibujar el salto de un tigre con versos,
y la luna de tres maneras distintas
como lo es también oficinar estas líneas y ponerles horario u otro color que no sea el blanco o el negro.

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