Una figura cadenciosa apoyada en la ventana se entrega al óleo del mar esta mañana callada, más celeste, más callada empapada en su propia metáfora apoyada en mi destino. En este mes el ojo se hiere de noches de cantantes y de lumbreras; he caminado lo suficiente para el cariño de los amigos por donde las piedras duelen donde suelen ser parte del paisaje jamás esclarecido, ni amado, ni pintado por allí hoy viernes de regreso y de ron a escondidas por donde el hambre cambia de calles y se atormenta de letrillas que los despistan, este mes que ando con los libros trepados en el quiero en el aquí o más allá riendo con Dalí con su verbo sin antepasado, sin noticia querida con su figura en la mañana toda sobre mi ventana y su ventana con su difunta Gala su color, su virgen, su distancia sobre su ventana yace la ajustada piel de mi espanto sobre la cortina interminable para salir al sol y escuchar lo intimo y poder mirar a la gente sin miedo de golpear la frente en el suelo. |
domingo, 23 de diciembre de 2007
Hermana ventana
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